Tayikistán: Los malos tratos a las mujeres no son un asunto de familia

Las autoridades de Tayikistán deben tratar la violencia contra las mujeres como delito y tomar medias adecuadas para perseguirla judicialmente, ha manifestado Amnistía Internacional en un informe publicado hoy, 24 de noviembre de 2009.

El informe Violence is not just a family affair: Women face abuse in Tajikistan  ( sólo en inglés )documenta los abusos físicos, sicológicos y sexuales que sufren las mujeres en el ámbito familiar e insta a las autoridades a tratar esta violencia como lo que es, un delito, en vez hacer caso omiso de ella por considerarla un “asunto de familia privado”.

“En Tayikistán se golpea, maltrata y viola a las mujeres en el ámbito familiar, pero las autoridades tienden a reflejar la actitud imperante en la sociedad de culpar a las mujeres en los casos de violencia doméstica –ha manifestado Andrea Strasser-Camagni, investigadora de Amnistía Internacional experta en Tayikistán–. Consideran que desempeñan fundamentalmente una función de mediadoras, dirigida a defender la familia, en vez de proteger a las mujeres y sus derechos.”

“Los valores familiares tayicos tradicionales, reforzados tras el desmembramiento de la Unión Soviética, imponen mayor discriminación aún a las mujeres, limitando su identidad a la de esposas y madres o empujándolas a los sectores peor pagados del mercado de trabajo.”

“Al considerar la violencia contra las mujeres un asunto familiar, las autoridades de Tayikistán eluden su responsabilidad para con una gran parte de la población. Permiten que los perpetradores de este delito actúen con impunidad y, en última instancia, niegan a las mujeres sus derechos humanos.”

La violencia contra las mujeres, especialmente en el ámbito familiar, es un fenómeno generalizado en Tayikistán. Del 25 al 50 por ciento de las mujeres han sufrido violencia física, sicológica o sexual a manos de sus esposos o sus parientes políticos.

A menudo, las mujeres tayicas dependen económicamente de su familia política. Como han contado algunas a Amnistía Internacional, en cuanto ponen los pies en la casa de la familia de sus esposos después de casarse, son sometidas a malos tratos no sólo por aquéllos, sino también por sus suegras, las cuales probablemente sufrieran también abusos de recién casadas.

“A las mujeres se las trata como sirvientas o como bienes de la su familia política. No tienen a nadie a quien recurrir, pues las autoridades tienen por norma instar a la reconciliación, lo que refuerza de hecho su situación de inferioridad. Esta experiencia de violencia y humillación en el seno de la familia lleva a muchas mujeres a suicidarse”, ha explicado Andrea Strasser-Camagni.

No hay suficientes servicios para proteger a las supervivientes de violencia doméstica, y los existentes los ofrecen en su mayor parte organizaciones no gubernamentales locales con financiación internacional. La policía, el poder judicial y el personal médico carecen de la debida preparación para ocuparse de casos de violencia doméstica.

La educación es un factor clave para el empoderamiento de las niñas y la creación de vías de escape de la violencia y la pobreza. Sin embargo, las niñas dejan de ir a la escuela muy pronto, para contraer matrimonio, a menudo no registrado oficialmente y polígamo, a edad muy temprana, todo lo cual hace que dependan aún más de sus esposos.

Las medidas iniciales tomadas por el gobierno tayico para combatir la violencia doméstica han resultado en gran medida insuficientes.

Aunque Tayikistán ha ratificado los pertinentes tratados internacionales de derechos humanos, no cumple con su obligación internacional de proteger y hacer efectivos los derechos de las mujeres.

Amnistía Internacional insta a las autoridades de Tayikistán a:

impedir y perseguir judicialmente la violencia contra las mujeres en el ámbito familiar mediante la promulgación de una legislación interna efectiva y la creación de servidos de apoyo en todo el país;  emprender una campaña de sensibilización pública de ámbito nacional para abordar la práctica ilegal del matrimonio no registrado oficialmente, polígamo y a temprana edad;  eliminar los obstáculos a la educación de las niñas y abordar las causas básicas del abandono de la educación por las niñas.

Casos

Zamira se casó a los 18 años, por el rito islámico tradicional. El matrimonio duró cinco años, y durante todos ellos nunca se le permitió abandonar la casa de su esposo. “Era como estar en la cárcel”, cuenta Zamira. Ha explicado a Amnistía Internacional que cuando le pedía permiso para salir o cuando tenían una discusión, su esposo la golpeaba. Un día se divorció de ella por la tradición islámica, y sus suegros la echaron de casa. Ahora, Zamira y su hijo, de nueve años, viven con los padres de ella, en una casa donde están hacinados. Sueña con un hogar suyo y de su hijo.

Tahmina, madre de tres hijos, lleva 13 años casada. Ha contado que tuvo tres partos en los que el bebé nació muerto, tras lo cual su esposo comenzó a golpearla. A causa de una paliza, se le murió otro niño; luego tuvo un aborto a los cinco meses de embarazo, y su primer hijo nació deforme. Una vez acudió a la policía, llena de moratones y con un corte de cuchillo en la mano. Le dijeron que podía redactar una denuncia, pero no hicieron nada más. Sintió que la estaban culpando a ella por haber provocado la violencia.

Risolat, de 17 años, vive en una localidad pequeña. Su “novio” la violó y amenazó con matarla si se lo contaba a alguien. Durante cuatro meses, la obligó continuamente a mantener relaciones sexuales. También la golpeaba. Al cabo de un año, Risolat fue a la policía para presentar una denuncia, pero los agentes se burlaron de ella y le dijeron que se fuera.

Si desean más información, pónganse en contacto con la oficina de prensa de Amnistía Internacional en Londres llamando al número + 44 20 7413 5566, o por correo electrónico en [email protected]. Para los comunicados de prensa traducidos al español consulten https://www.amnesty.org/es/for-media. Para documentación general traducida al español consulten https://www.amnesty.org/es/library.