La última vez que vio a su padre fue el 28 de mayo de 1987, cuando “unos hombres enviados (al parecer) por el presidente chadiano”, Hissène Habré, fueron a arrestarlo, a él y sus dos hermanos mayores, de 20 y 17 años respectivamente. Rahamata tenía 2 años, y este período difícil de su vida la convirtió al mismo tiempo en testigo y víctima de violaciones de derechos humanos. También la convirtió en una activista que lucha por la justicia, una mujer comprometida con la defensa de sus propios derechos y los de otras personas.
Su padre, Ahmat Dadji, antiguo director de la compañía chadiana de azúcar industrial (SONASUT) era el líder de los hayerai*. No lo ha vuelto a ver* desde su detención, tras la cual fue víctima de desaparición forzada. Posteriormente, la policía política chadiana —el Departamento de Documentación y Seguridad (Direction de la documentation et de la sécurité, DDS)— confiscó su casa y saqueó todos sus bienes. Desde ese día, lejos de dejarse intimidar por las amenazas que siguieron, la familia de Rahamata no ha cejado en su empeño por aclarar la desaparición forzada de su padre.
Me han acosado, intimidado y amenazado, pero me mantengo firme.
Rahamata Ahmat Mahamat
A Rahamata la impulsa este afán de justicia. Creció con el deseo de ver un día a los responsables de la desaparición de su padre ante la justicia y mantiene vivo el sueño de que estas violaciones no se repitan de nuevo contra otras personas. Como explica a continuación, en la actualidad, este deseo se ha cumplido en parte:
“Cuando en mayo de 2016, las Salas Africanas Extraordinarias dictaron una sentencia que condenaba al expresidente Hissène Habré a cadena perpetua, mi familia y yo lo vivimos como una liberación. En este capítulo de mi vida se ha hecho justicia.”
Pero lejos de suponer el final de su trabajo como defensora de los derechos humanos, Rahamata prosigue: “Por desgracia, la situación de los derechos humanos en mi país no ha cambiado mucho. Se siguen repitiendo las mismas violaciones de antes. Sigue habiendo personas amenazadas, detenidas de forma arbitraria y más víctimas de desapariciones forzadas. Sus familias aún esperan justicia y la vuelta de sus seres queridos. Mi batalla continúa.”
Rahamata ha trabajado con varias asociaciones. En 2010, se unió a la asociación juvenil que trabaja en el ámbito de los derechos humanos Colectivo de Asociaciones y Movimientos Juveniles de Chad (Collectif des associations et mouvements de la jeunesse du Tchad, CAMOJET) para promover los derechos humanos, denunciar violaciones y ver su sueño sobre Chad convertirse en realidad.
“Me han acosado, intimidado y amenazado, pero me mantengo firme.”
Esta elección no está exenta de consecuencias. Rahamata está sometida a la presión constante de las autoridades y la sociedad. Las autoridades no escatiman esfuerzos para silenciar a las voces disidentes y, al mismo tiempo, la sociedad ve con malos ojos que las mujeres participen de forma pública en protestas y denuncien violaciones de derechos humanos. Algunas de las amistades de Rahamata le insisten en que no debería desperdiciar su vida y oportunidades luchando por los derechos humanos, ya que es una persona joven con mucho futuro por delante.
El 6 de febrero de 2016, durante una manifestación pacífica organizada por CAMOJET para protestar contra la congelación de la contratación en la función pública, Rahamata y al menos otros 16 miembros del colectivo fueron detenidos por la policía judicial acusados de “alteración del orden público y manifestación ilegal”. Rahamata era la única mujer del grupo. Fue liberada más tarde “con la condición de que no hablara con los medios de comunicación”.
Las dificultades a las que me enfrento cada día también se deben al hecho de que soy una mujer. En nuestra sociedad, las mujeres están relegadas a un segundo plano. Quiero demostrar lo contrario.
Rahamata
Incapaz de guardar silencio sobre las detenciones arbitrarias y los malos tratos infligidos a otras personas que habían sido detenidas al mismo tiempo que ella, Rahamata se acercó a los medios de comunicación nacionales e internacionales para condenar estos malos tratos, en particular la detonación de una granada de gas lacrimógeno en la celda en la que varios manifestantes estaban recluidos, provocando que varios de ellos perdieran el conocimiento, de los cuales al menos dos tuvieron que ser evacuados de urgencia.
Al día siguiente, Rahamata fue de nuevo detenida sin cargos por la policía judicial. Fue liberada el 8 de febrero después de que se le ordenara no hablar con los medios de comunicación si no quería “arruinar su vida”.
Rahamata confiesa, “las dificultades a las que me enfrento cada día también se deben al hecho de que soy una mujer. En nuestra sociedad, las mujeres están relegadas a un segundo plano. Quiero demostrar lo contrario. Quiero demostrar que podemos estar en primera línea. Podemos atrevernos y ganar.” Pretende demostrar que las mujeres chadianas pueden desempeñar un papel en la lucha por sus derechos. En esto tiene el apoyo incondicional de su familia.
“Mi familia es mi gran apoyo en la lucha [para defender los derechos humanos]. Me animan sin falta todos los días.”
*Los hayerai son un grupo étnico de Chad. En 1987, tras la creación de un movimiento armado de oposición, MOSANAT, por parte de algunos líderes hayerai, el presidente Hissène Habré ordenó a las fuerzas de seguridad que reprimieran a los dignatarios hayerai, a sus familias y a todo el grupo étnico en general. Se destruyeron por completo muchas aldeas hayerai y se detuvo, ejecutó o hizo desaparecer a muchas personas.
*Ahmat Dadji fue director de Sonasut en Yamena. Con anterioridad había sido embajador de Chad durante 15 años.
* El Departamento de Documentación y Seguridad (DDS) era un servicio de seguridad que dependía directamente de la Presidencia. Se utilizó a la DDS como un mecanismo de represión para amenazar, detener, torturar y ejecutar, entre otras personas, a todas las voces disidentes.