Vladimir Putin y Donald Trump deben aprovechar su próxima cumbre en Helsinki para abordar las cuestiones mundiales de derechos humanos más urgentes y recuperar la credibilidad de sus naciones como actores internacionales responsables, ha manifestado Amnistía Internacional con motivo de la reunión entre los presidentes de Rusia y Estados Unidos que se celebrará el próximo lunes en la capital finlandesa.
La organización pide a ambos dirigentes que durante la cumbre concedan la máxima prioridad a la situación de las personas refugiadas en el mundo y la guerra en Siria, así como a las violaciones de derechos humanos que se están cometiendo en sus propios países.
“Los presidentes Putin y Trump están siendo tóxicos para los derechos humanos. Sus respectivas políticas han tenido como resultado la separación de familias, la detención de niños y niñas en jaulas, la continuación de las atrocidades en la larga guerra de Siria, y la tortura y el homicidio de personas LGBTI en Chechenia, por nombrar sólo unos pocos de los horrores que se están produciendo bajo sus mandatos”, ha manifestado Anna Neistat, directora general de investigación de Amnistía Internacional.
“Pero ambos presidentes aún están a tiempo de cambiar el curso de la historia y marcar la diferencia, y esta cumbre es una oportunidad para actuar como dirigentes compasivos y justos. Pueden empezar por abordar el desplazamiento forzado de más de 12 millones de personas a consecuencia de la guerra en Siria, situación que ambos dirigentes han ignorado deliberadamente hasta ahora.”
Rusia ha hecho casi imposible que las personas sirias sean reconocidas como refugiadas en el país —desde 2011, sólo ha reconocido la condición de refugiado a dos personas de esta nacionalidad—, mientras que el gobierno de Trump acaba de fijar el límite de admisión de personas refugiadas en Estados Unidos en la cota más baja de los últimos años.
Putin y Trump pueden elegir: pueden ayudar a poner fin al derramamiento de sangre en Siria y proteger los derechos de su propia ciudadanía, o apartar la vista del sufrimiento humano que sus políticas han causado o agravado.
Anna Neistat, de Amnistía Internacional
Entretanto, ambos presidentes, Putin y Trump, son responsables de muertes de civiles en Siria. Rusia continúa ayudando al gobierno sirio a cometer crímenes de guerra, y la coalición dirigida por Estados Unidos no ha reconocido la magnitud de las muertes y las lesiones de civiles que ha causado en Raqqa.
Ambos dirigentes también infligen sufrimiento en sus respectivos países. Bajo el mandato del presidente Putin, la represión de los derechos humanos está siendo dramática e incluye tortura en comisarías de policía, homofobia promovida por el Estado y violencia extrema contra las personas LGBTI en Chechenia.
Rusia también es responsable de numerosas violaciones de derechos humanos en Ucrania, como el encarcelamiento de Oleg Sentsov, director de cine de Crimea —bajo ocupación rusa— que lleva dos meses en huelga de hambre en protesta contra el encarcelamiento en Rusia de decenas de personas de nacionalidad ucraniana por motivos políticos.
Por su parte, el presidente Trump ha supervisado la separación forzada de miles de niños y niñas de familias que intentaban cruzar la frontera de Estados Unidos con México huyendo de la violencia y la persecución en América Central.
“Putin y Trump pueden elegir: pueden ayudar a poner fin al derramamiento de sangre en Siria y proteger los derechos de su propia ciudadanía, o apartar la vista del sufrimiento humano que sus políticas han causado o agravado”, ha afirmado Anna Neistat.
“Pero si optan por continuar actuando sin humanidad y rendición de cuentas, la mancha indeleble de su historial se hará aún mayor.”